CIERTA INQUIETUD (1)
Atardeceres en la Zarza de Pumareda (Salamanca)
Tengo cierto interés -más bien inquietud- por este antagonismo, y a la vez combinación complementaria que creo se da entre todo el caudal de vivencias de cualquier persona que puedan hacer pensar que la vida está altamente determinada por imprevistos, circunstancias, situaciones y condiciones diversas ajenas, según pueda parecer, al propio querer personal. Tan altamente determinada, tal vez, que bien podría abocarse todo este ámbito de la experiencia humana, dada en todo ser humanos concreto, en la palabra determinismo; tengo cierta inquietud entre este extremo y toda otra vertiente, antagónica, que también puede advertirse, según parece, en la experiencia de cada cual: el opuesto, y necesariamente complementario, a lo sumamente condicionado y que tenemos adjudicado con la palabra libertad; es decir, lo referido a esa capacidad de cada cual que consiste en determinarse, determinarse en el más amplio sentido de la palabra; que puede concretarse en la atención a uno mismo debida (amor y estima a uno mismo), en las elecciones varias que pueden considerarse como de vital importancia tales como formas y maneras de convivencia íntimas más bien permanentes o\i ocasionales, circunstanciales o|i esporádicas y asuntos en que desarrollar capacidades de carácter profesional, que tanto revierten aportando favorablemente hacia lo propio pesonal (cualidades de uno mismo) com hacia lo propiamente social (aportación de servicios, productos y oportunidades favorables a otros congéneres).
Me viene a cuento tal preocupación en presencia de aquellas personas cuyas vidas, según manifiestan sus palabras, expresiones hechas y los mismos hechos, parecen manifestar más bien un carácter sacrificial. Entendiendo por tal una permanente tendencia -realizada y manifiesta en casi la totalidad de sus actos- que ellos mismos compendian en expresiones que denotan una aceptada e invariable resignación, en la que nada tendente a sentirse personalmente mejor (más felices) puede ser hecho por uno mismo: "la vida es como es, que le vamos a hacer; la vida es así, es lo que hay"; más un sinfín de realizaciones que si pudieran ser puestas en una antigua balanza, el plato del deber -o del deber ser- no despegaría del suelo más que en escasos momentos, y la bandeja del haber (deleite, placer, o, para ser más exacto y a la vez más general, sensibilidad, especialmente incluida la humanitaria mucho más que la monetaria) ...esa otra bandeja se hallaría hipotecado generalmente por encima de las nubes. Es decir, que me surge tal inquietud de manera manifiesta cuando estoy junto a quienes, según me parece, la muy sensible balanza del ser-a-mi-debido y por-mi-sentido (léase, al azar, cualquier poema de Walt Witman, si se requiere ilustración) está altamente descompensada, es decir, sin el suficiente efectivo en la inmediata -no diferida- existencia personal en términos de lo que la noción, particular de cada cual, de feicidad -no solo mera diversión- pueda connotarnos. Tal vez cada cual, especialmente en momentos cruciales de la vida, disponga del fiel o del indicador -no otra cosa que el pensamiento propio en tanto que orientador- de aquello que mejor y más ampliamente convenga no más -tampoco menos- a la sociedad que a uno mismo.
Por de pronto me digo que ambas vertientes de la vida humana, libertad y determinismo o necesidad, son antagónicas no menos que necesariamente complementarias entre sí. ¿Sobre que o en que ( y de que) sería mi supuesta libertad sino que en o de condiciones determinadas o en o de determinadas condiciones? ¿ Y qué mayor antagonismo, al menos idealmente, puede existir para la vida de uno que ésta esté completamente o nada determinada, o del todo o nada libre de todo condicionante? Que este antagonismo, de ser absoluto, sería imposible, permite pensar más bien en su relación complementaria y mutuamente contributiva como si fuera en un juego de posibilidades que quedarían mermadas por una preponderancia de la libertad, lo mismo que si la preponderancia estuviera en no poder hacer nada que pudiera variar mi suerte, tal vez sentida como insatisfactoria, pero aceptada tiempo ha como lo mejor posible -y por tanto imposible cualquier cambio a un meejor vivir- en y para mi vida.
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