TRAS LAS OPACIDADES (1)



La crítica de la religión termina... con el imperativo categórico de echar abajo todas las relaciones humanas, en las que el hombre es un ser humillado, un ser esclavizado, un ser abandonado, un ser despreciable (K. Marx citado por Ernst Bloch en El principio esperanza, primer tomo). 

COMENTARIO

La crítica a la religión llegó -como tantas otras críticas- a buen puerto. Claro que podemos pasarnos la vida criticando; lo cual, según sea el propósito, no resulta nada mal, siempre y cuando uno no se la pase siempre en alta mar sin arribar a término alguno donde poder reposar, estibar o también, si viniera de gusto, habitar ideas. Hay críticas que con sus contenidos nos habitan y en ellas habitamos, si así libremente nos parece. La de la religión es una de éstas, por la que, entre otras críticas, podemos estar en pie de libertad.
Veamos la panorámica desde el puerto arribado por la cita. Nos fijaremos en las particulares relaciones humanas venidas abajo gracias a antiguos grilletes ya reconocidos y por tanto, al ser reconocidos y holgados y de querer salir, podernos liberar. 

Los grilletes del ser nuestro, siempre haciéndose de una u otra manera: ser humillado, ser esclavizado, ser abandonado, ser despreciable. 

Nos hallaríamos, pues, en un hábitat cuya sociedad estaría en construcción; con tanto venido abajo. ¿Es así?


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