ADOCTRINAR (LII)/C






CARTA C





La marca de agua, vista al trasluz, de la carta B es TOTALITARISMOS. Sociedades totalitarias. Cerradas, fuertemente cerradas entorno a un núcleo absorbente de poder y radiante de alguna uniformidad, que ha de ser impuesta. Si régimen, entonces uno de político-social, cuando no militar; si sistema, entonces uno de económico-político-militar-social. El nuclear nuestro, el monetario, efectivo o deficitario, pero siempre monetario. También con su incorporada “educación”. Palabra ésta última a la que, según mis cartas, cuelgan unas comillas, porque se trata de "educaciones" que pretenden erradicar todo signo palpitante de libertad, bien sea, tal signo, de carácter personal como propiamente social o colectivo. Y claro, una educación tal… pues maldita sea la gracia. No hay ni persona ni sociedad sin ese componente que da juego compositivo al que reconocemos, aún que sea vagamente, con el sustantivo libertad. Al costado de ésta, que atiende a lo constructivo, orientativo, formativo; a esa libertad que hace por el desarrollo sin extrañeza excluyente, discriminatoria e impositiva, por principio y tóxica convicción, del y al otro extraño… a esa vertiente de la libertad le conviene, propiamente, el nombre educación; no menos que a la educación le conviene ese lado de la libertad que hace por reconocer y hacer efectivo lo que toda sociedad humana es (sea o no reconocido): autónoma. No dependientes, sus integrantes e instituciones, de sacralidad extra atenazadora alguna. Sin cerrazón ni cierre dominante.





La carta C corresponde a otra palabra de la cita, que desmenuzado su significado según sus acepciones me suena muy cercano a adoctrinar, tanto que ilustra el buscado concepto, búsqueda en que, recordemos, consiste nuestro juego. Inculcar, es esa palabra. Inculcar en acción no deja lugar al razonamiento propio y siempre vuelve y revuelve como apretada obstinación, previa la expulsión, o desatención interesada o desinteresada, de cualquier razonamiento elaborado en uno mismo, aún siendo hecho lo inculcado con toda la buena intención del mundo y aún siendo lo ya inculcado de la mejor calidad humana imaginable. Las convicciones no se inculcan, se forman con la plasticidad de lo humano atento. Es decir, con la reflexión hecha en primera persona del singular y del plural humano.






https://youtu.be/UkXeOMSwdZQ





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