ADOCTRINAR (LI)/B



Imagen fractal realizada con el programa FFExplorer








CARTA B





CONVICCIONES, fue el epígrafe de la carta A. Siendo su parte más destacada que: de convicciones las hay tóxicas, mientras que otras nos revitalizan favoreciendo y aún formando las múltiples perspectivas que puedan ir comprendiéndonos para mejor hacernos y sernos. Y ello, ese abarcar comprensivo e inteligente siempre hasta cierto punto, pues no somos una entidad cerrada; tampoco pues lo es la identidad de cada cual, ni la individual ni la colectiva.





He pivotado sobre una cita a la que he deshilado por comprobar si yo puedo aprovechar algunos de sus hilos para hacerme con el ropaje de alguna idea convincente. La cita, de H. Arendt:  El objetivo de la educación totalitaria no ha sido nunca inculcar convicciones, sino destruir la capacidad de formárnoslas. Deshilé la palabra “totalitaria”, en la que oí no solamente a la educación sino que al régimen y al sistema, totalitarios, que puedieran fomentarla. De los cuales, sistema o régimen, se desprende, obligatoria, su propia enseñanza: fundamentalmente esa de las convicciones, necesariamente tóxicas: reductoras de perspectivas humanas, excluyentes, imponentes, arrasadoras, poderosas, sutiles o tremendamente forzadas, doctrinarias.





Consideré que el sustantivo educación y el adjetivo totalitaria que tan bien pueden combinar sintácticamente, fuera de lo lingüístico, en la propia actividad, totalizar y educar no pueden convivir. Son mutuamente excluyentes. Y a lo tercero que excluye cualquier totalitarismo es a toda realización de la libertad. Peor aún, excluye a la libertad misma. Deja, el totalitarismo, el terreno libre para cualquier imposición doctrinaria. En tales regímenes, adoctrinar va invadiendo todo el terreno a toda actividad educativa. Incluso arrasa con la capacidad de formarnos convicciones. Esas sólo han de ser dadas ya hechas y aceptadas sin intervención alguna del propio pensamiento, sin el cual la libertad propia se hace prácticamente imposible, y así no menos la colectiva.





Según me parece no son escasas las convicciones tóxicas existentes. Una representación fidedigna de ellas las tenemos en nuestros propios y particulares prejuicios. Con solo auscultarnos un poco los escuchamos palpitar, incluso de todo corazón. Ahí dentro están, no más allá. Tantas son esa clase de convicciones junto con las que nos son ausentes ( a mí ni fu ni fa, se decía antaño de asuntos nada baladís) que, por tanto, no ha de ser poca la merma de la propia capacidad de formarnos aquellas que amplían y multiplican convenientes y necesarias perspectivas “humanizantes”. Así que es fácil que nos asalte la pregunta, ¿En qué régimen totalitario estamos metidos? Al parecer, con solo echar una somera ojeada no demasiado lejana, estamos metidos en uno de mundialmente monetario con fondos que deberían ser destinados al fin que somos y no nosotros destinados -mejor, adoctrinados- como meros recursos a la finalidad, casi única, monetaria (desecho nuestro valor, nuestra dignidad, en calderilla para precio). No son convicciones, las que bullen en nuestro régimen, energéticas para la realización de actos “humanizantes”. Se nos han sido inculcadas sin la atención a la propia libertad personal de formarnos convicciones, orientadoras de nuestra diversa integridad siempre, en parte, a realizar... en esa realización que íntimamente – si aún hay algo de intimidad – nos resuena sentidamente en el término dignidad.






https://youtu.be/Qg6bctbrpiU

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

BENEFICIOS (8)

BENEFICIOS (7)

ADOCTRINAR XXIX