ADOCTRINAR (XLIX)






Obra esmalt d'Estanis Papasseit





Lance tras lance no hemos podido dejar de ladear una inmensa percepción. Ha actuado, su contenido, como un amable polo de atracción en nuestro juego. Inmensa porque, ¿a quien no le alcanza el sentir de tal percepción? seguramente que su alcance es total. Mejor dicho, ¿de quién no parte la necesidad de tal percepción? De nuevo, parte de todos. Recordemos el ambicioso marco de nuestro juego. Nuestras referencias son jugar al todo o a la nada. J, mi amigo de partidas con él jugadas, afirma que todo lo aprendido, y lo que somos a ello debido, nos ha sido adoctrinado. P, mi otro amigo en estas jugadas, afirma el imponente poder de la manipulación; todos lo estamos de manipulados y, así mismo somos manipuladores; todos, por efecto de tal poder. También a mí me gusta jugar en términos de totalidades. Ahí, donde el pensamiento, lo quiera o no, se siente a gusto; ingrávido para permitir e incluso facilitar la personal determinación en el querer. Y las cartas con las que ahora juego también se refieren, por mi parte, a totalidades, a todos. Todos, que quiere decir cada cual en particular, percibimos o podemos percibir aquello que ha sido el atractivo de nuestras sucesivas jugadas. Mejor aún todos, que quiere decir uno a uno sin exclusión alguna, sentimos, de múltiples maneras y desde toda la gama de lo que nos pesa hasta toda la gama de lo que nos aligera… desde el más profundo, sórdido y callado dolor hasta cualquiera de los momentos de máxima felicidad vivida… todos y en todo el inconmensurable espectro vital de nuestro particular tiempo existencial sentimos antes que aquello que nos atrae aquello que necesitamos. Mejor dicho, rectifico, la necesidad misma es lo notado en primera instancia por cada cual; aunque muchas veces no demos con el objeto correspondiente que tal percepción de necesidad desearía encontrar. E incluso no pocas veces ni tan siquiera demos con sentir nuestra primordial necesidad.





Para la necesidad primordial que aquí nos ha puesto en juego hay una infinita oferta de sucedáneos, me parece a mí. Aquello que en nuestras partidas ha ido emergiendo como un atractivo y detector - como un atractor, me gustaría decir - de necesidad primordial no es nada nuevo (aunque sin lo nuevo moriríamos de desesperanza). ¿Cómo podría ser nuevo si se trata de una primordial necesidad de todos en particular? Tal primordial necesidad fue recogida en la gavilla de unas pocas palabras reunidas por un pensador con el leve atijo del pensamiento: “Cada cual debe tratarse a sí mismo y a los demás, nunca simplemente como medio, sino siempre como un fin en sí mismo… Sin embargo, lo que constituye la única condición bajo la cual puede algo ser fin en sí mismo, no posee simplemente un valor relativo, o sea, un precio, sino un valor intrínseco: la dignidad” E. Kant. Esa necesidad, la primordial, queda referida, y concentrada, en una sola palabra de las citadas. La tercera de ellas. Debe. Pero, ¿debe de obligación o más bien debe de necesidad interna, la que yo en íntima primera persona pueda notar? Si intrínseca mi dignidad, intrínseca mi necesidad de ella. Percibimos, de muchas maneras primero la necesidad de ser tratados dignamente porque somos, si somos y deseamos ser, fuera de precio de mercado, sin precio relativo alguno (todos fuera de esa serie puesta a precio). Esa necesidad interna la percibimos, tal vez las más de las veces, por defecto, por carencias en sentirnos necesariamente como somos: no moneda de cambio, no artículo manipulable, no medio incondicional y sí necesidad de incondicional trato digno cuando no dignificante. No objetos de trata alguna sino que sujetos de mejores tratos a ninguna otra cosa dedicados de igual manera. Fines en sí mismo, nada a parte de sí, nada de valor comparable, nada. Tratos correspondientes, a sí y al otro, a tal incomparabilidad es la necesidad que percibida o no en primera persona es la primordial. Pero es necesidad humana, es decir más y otra que, y claro sin negarla, la biológica y por tanto no la percibimos como la sed o el hambre, de manera unívoca y tan precisa de lo suyo. Es necesidad motivo de nuestra personal libertad: Puede no ser atendida, tanto la libertad como su correspondiente necesidad, y ser sustituidas o fraudulentamente compensadas por un cúmulo de, comparativamente a nuestra dignidad, sucedáneos; nosotros los primeros si convertidos en cosa, en instrumento solamente, en puro medio sin finalidad alguna, entendiendo por finalidad a cada quien, incluido uno mismo, siempre por conocer en mucha, no toda, medida.






https://youtu.be/jhicDUgXyNg?list=RD2_5tNVgIykk

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

BENEFICIOS (8)

BENEFICIOS (7)

ADOCTRINAR XXIX