ARMÓNICOS DE UN CONCEPTO (8)



 A continuación la primera pieza anteriormente anunciada, con la que, quien quiera, pueda, como buen lutier, mejorar su propia caja de resonancia donde cuantos armónicos haya podido percibir por su propia cuenta, de aquello que la democracia sea, quede, ésta, bien amplificada en esa viva y siempre cambiante sala de conciertos que es en nuestro corazón, en la que somos tanto creadores como intérpretes y también expectante, en el mejor de los casos; en lo peor, todo lo contrario, en la contigua e inmediata del desconcierto, sala así mismo del corazón donde igualmente cabe albergar lo peor: la inconsciente expectativa del deterioro humano sin reservas. 

La democracia implica una división, una colección de desacuerdos. No es un lugar de gente similar sino de gente diferente. Su principio no es de igualdad sino de igualdad de derechos para que cada quién sea diferente y, no obstante las diferencias y los puntos de vista variados, sea posible vivir juntos y sin violencia. La democracia es la historia de la pluralidad y la tolerancia, no la de la victoria y la imposición. Por ello no hay victorias en la democracia, hay paz y la paz es la verdadera victoria de la vida política de los pueblos. - 

Shimon Peres (biografía)



Al atender a las notas de lo que el diálogo es, ya habíamos escuchado algo de lo que en esta cita resuena; quizás considerando más el espíritu de la letra que a la letra misma. La democracia anda y se desarrolla en el sentido contrario, alejándose más y más hasta llegar a no tener nada que ver con lo hegemónico ni con lo homogéneo. Allí donde la superioridad rige, el diálogo recibe serias interferencias que pueden llegar incluso hasta el ruido ensordecedor en el que la escucha se haga del todo imposible. 

Otro beligerante enemigo, tanto del diálogo como, por ende, de la democracia es esa deleznable unidad que tiende y no pocas veces logra lo homogéneo, la deriva y la derriba de esta diversidad que, queramos o no, nos constituye y nos va constituyendo momento a momento (claro que existe lo monolítico, eso otro de lo diverso que busca el fácil y tan manipulante recurso de la unidad; que no de la unión en cualquiera de las formas constructivas de relación). 

Y de todas maneras -bastante claro está- hay una igualdad igualmente constituyente, la de los derechos, para que cada cual siga practicando y siendo, en desarrollo, en su inalienable singularidad en esos conciertos que resultan ser las asociaciones en particular y la sociedad en general.

Nos vamos acercando al sujeto democrático (al demos), de quien todo lo demás, sentimientos, pensamientos, ideas y acciones, son, en realidad, predicado: aquello que puede no ya decirse sino ser democracia.



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