ADOCTRINAR (I)

Merodéame por la cabeza como un moscardón, de un tiempo acá, un verbo. Adoctrinar.

Como remedio para el muy peligroso mal del verbalismo (diarrea verbal derivada de la mental a causa, a su vez, de la ingesta de nada sustancioso divulgado como información) tengo por costumbre ocasional -más bien me esfuerzo no sin cierto deleite- preguntarme, de tal o cual palabra que tanto suena en según que bocas mucho más que en otras... preguntarme, decía, por lo que yo sé, de tal son verbal o palabra tan susodicha, (sin más recurso principal para ello que hurgar con alma por los surcos de mi cerebro a ver que encuentro por ahí, es decir por mi mentalidad). Creo que se trata, eso de andar por dentro, de una especie de ejercicio con el que pretendo, con mis escasos recursos migajas aquí migajas allá, cercar, ¡de ninguna manera atar!, algún concepto. 

Quiero decir que parece que use una u otra palabra baja o altisonante, no importa, como una suerte de despertador, que al hacerlo sonar con mi propia inquietud habría de desvelar un concepto de tal manera por mi mismo elaborado (jamás extraído de la nada sino que de algún que otro bagaje por el que he sentido interés en algún o en todos, no lo sé, los momentos de mi vida).

La finalidad de este hurgar no es otra que la más bien culinaria de yo me lo guiso yo me lo como. Pero uno, que no quiere ser en exceso egoísta, invita, escribiendo lo que vaya surgiendo, a quien quiera sentarse a la mesa de este juego conmigo.

En esta ocasión dispongo... no solo de mesa u ordenador sino que también de tres palos de una baraja con la que iremos, mal que bien, barajando posibilidades en busca del casero concepto del verbo adoctrinar. 

Pretender pillar el concepto a un verbo que, a excepción hecha de ser(cuyo concepto esta considerado ya de vuelta y al revés) y estar,es permanente inquietud, ya es atrevido y no poco aventurado; pero ahí está el deleite, en lo inquieto, lo aventurado y lo atrevido... si es que no hace daño alguno. Eso, deleite aventurero, ocurre también entre letras y pensamientos, a pesar de decirse por ahí tanto todo lo contrario (lo aburrido, dañino, y otras martingalas, que llega a ser eso de querer pensar poniendo a tal acción (pensar lo es) letras, que no todas habrán de ser para concioncillas de desamor). Me parece que tal tipo de cercado, al propio de un concepto me refiero, le sienta mejor a palabras sustantivas que a verbos que, como el mismísimo movimiento, se demuestran andando. 

Pero nosotros, invitados a mesa, vamos a probar qué nos sale en esta partida. Nuestro deseo, si así compartís, sería el de no andar desorientados en cuestiones que puedan resultar ser de importancia para lo mejor. Ya veremos si eso, orientación, ocurre. Si sí, tendremos cada cual guiso con que alimentar (ya fue dicho lo que podría ser una obviedad: no solo de pan vivirá el hombre), si no, no. Nada prometo.

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