ARMÓNICOS DE UN CONCEPTO (1)
Sería más propio para el término concepto referirme a características, notas o también atributos que lo configuran y determinan. Sin embargo me parece más sensible aludir a conceptos -al menos en esta ocasión- según lo que me connote la palabra armónicos.
Creo que las palabras tienen su sonoridad no tan solo por poder ser fenómeno acústico sino sobre todo porque despiertan ideas y sentimientos pudiendo dar a luz, entre ambos (ideas y sentimientos), lo significativo en cualquiera que haga por escucharlas, y no meramente oírlas. Suscitan armónicos igual que la emisión de un sonido puede hacer vibrar sonoramente a cuerpos que hasta el momento permanecían silenciosos y así, por transmisión y por las características propias de cada sonido y de aquello que lo produce, podemos identificar, lo mismo sean instrumentos u objetos que, en caso de las palabras dichas, conceptos que pueden favorecer la comprensión (siempre significativa), no solo la cognitiva sino que también, más ampliamente, la humana.
En lo que en el fragmento de arriba puede oírse, y que transcribiré a continuación, suena un concepto que hace decir en quien habla una serie de armónicos, algunos de los cuales no han querido ser escuchados a fondo. Escuchados de la única manera que cualquier cosa -también conceptos- puede ser escuchada: Nunca nadie escucha en lugar de otro aquello que este puede escuchar. Es decir, que yo escuche algo, lo que sea, jamás impide que otro también pueda escucharlo y tampoco puedo hacer que otro escuche lo que ese otro no quiera escuchar. Así ocurre en todos los sentidos. O sea que tan solo pudo escuchar en primera persona, no puede haber en ello sustituto o sustitutivo alguno, si de captar significativamente se trata. Cierto que de otra manera puedo hacer muchas cosas: vociferar, "verborrear", repetir clises, practicar el verbalismo vacío en gran medida, repetir lemas, decir por decir, reactivar palabras huecas, etc., etc.; pero comer del nutritivo y gustoso fruto -algunos amargos- cultivado en el terreno de la escucha, ese gusto, esos nutrientes, no se experimentan en el parloteo ni en escuchar siempre la misma canción por muchas versiones que de ella se lleguen a interpretar. Lo más significativo nunca está en lo ya trillado. Para ello, para lo nuevo, tenemos ese tan antiguo, pero siempre nuevo, arado cincel que nombramos con el sustantivo diálogo.
Lo dicho. Transcribo:
Si
no había diálogo es porque unos usaban las mismas palabras
entendiendo esas mismas palabras en un sentido completamente
contrapuesto. Para unos democracia no puede haberla sin estado de
la ley. Para otro democracia es mayoría. Y al final el desacuerdo de
fondo es mucho más sutil. Es el demos soberano, es decir quién es
el sujeto de soberanía. Unos entienden que es el estado en su
conjunto otros entienden que lo es Cataluña.
Ni decir tiene que de todos debe ser conocido el contexto que ondea en estas palabras.
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