SEANOS UN PAR DE DOS PARA CADA PAR DE ESTOS (VII)


ATARDECER EN LA ZRZA

De todo el caudal humano y de nuestros ámbitos (hábitats externo e interno de nuestro existir y aquello que nos es pertinente que aún y no conociéndolo, y precisamente por ello nos puede afectar negativamente), he aislado en el laboratorio del lenguaje tan solo un par de, por así decir, moléculas sociales para su consideración en el transcurrir de nuestras circunstancias; tal como si de todo el caudal en curso de las aguas considerásemos de las mismas sus mínimos, primeros y últimos componentes en su propia formulación (el popular H2O). 

Nuestros componentes básicos, pero, se relacionan, y así son considerados en lo que escribo, en su libertad. Y jugando con los recursos de la palabra y el pensamiento en nuestro común laboratorio, han sido no una molécula sino dos las consideradas: A/B; C/D, con las que he querido representar, algo pretenciosamente, a la sociedad de nuestras mejores relaciones posibles, las que de un modo u otro dan y se dan la cara. Cierto que también nos damos la espalda, mutua o independientemente el uno al otro, pero tales posiciones de E/F, G/H (😊) no les he querido dar, en esta ocasión, representatividad alguna.



Va siendo hora de llegar a lo más alto del trayecto para contemplar, siguiendo con los pies en tierra, lo que más (me) interesa de todo este recorrido verbal. Para ello tenemos que alcanzar un nivel mayor de concreción (ya hicimos algo de ello en algún tramo anterior). Aquí, ahora, sería el momento de nombrar las relaciones no ya con símbolos, sino que con nombres onomásticos. Y momento de situarnos en la categoría de sucesos comprendidos en expresiones interrogativo-retóricas tales como: ¿Quién no tiene un familiar o conocido al que no le haya afectado tal o cual acontecimiento o suceso?Tan concreto puede llegar a ser este nivel que incluso yo mismo o tu, imaginado lector, ambos, obviamente, con nombres y apellidos reales podríamos estar completamente (externa e interiormente) involucrados, en uno u otro sentido, en tales acaecimientos.

Sin embargo no quiero , ni debo, injerir en los demás el libre ejercicio de consideración en este terreno de mayor concreción. Aquí tampoco. Por ello yo he de seguir, sin abandonar tal nivel, con mi escueta nomenclatura de relaciones (A/B; C/D) para no entrar en demasiados detalles concretos y así poder mantener algo de objetividad que pueda servir de invitación a la reflexión a quienes quieran de ello hacer uso, para sí y para otros; respetando así por mi parte sus propios criterios que, supongo, pueden actuar como tamiz o como rechazo de lo que, en este curso de palabras, me va surgiendo por el camino.

En cuanto a acontecimientos tengo elegido uno suficientemente general y al parecer impactante, por lo que se refiere a involucración, del que me sirvo para discernir -como si de un criterio se tratase- que puede ocurrir, en cuanto al querer –recordemos, nuestro núcleo de reflexión presidiendo estas líneas- en el fuero interno, personal y de pareja, de A/B y de C/D.

De acontecimientos de tal manera abordados los puede haber en las vidas particulares a bocajarro. Yo elijo uno de carácter suficientemente general y a la vez actual, más para seguir prestando atención a los pares involucrados que al mismo acontecimiento, el cual con diversas atenciones e intenciones, no todas bienintencionadas, nos será más que patente y muy reconocible.

También los hay -a acontecimientos sigo refiriéndome- en el sentido de tomárnoslos como criterio para nuestro propio reconocimiento no pocos que involucran a muchos, incluso a toda la humanidad, pero yo elijo, entre los que particularmente puedan acontecernos y los que tan globalmente ocurran, un acontecimiento de, digamos, término medio.

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