ADOCTRINAR (XIV)



Tras la cita de Hannah Arendt es que tengo dispuesta la mejor carta con que continuar jugando ahora.

Recordémosla de nuevo: El objetivo de la educación totalitaria no ha sido nunca inculcar convicciones, sino destruir la capacidad de formárnoslas.

En lo que llevamos de juego hemos ido recogiendo, entre otras, estas consideraciones alrededor de esta cita:

- Que educación y totalitaria, si juntos esos términos, son un par de nombres cuyos referentes son mutuamente excluyentes el uno del otro. Si educación entonces no totalitarismo; si totalitarismo, entonces no educación.

. Igualmente en oposición se hallan lo referido a inculcar y convicción. Si ha habido inculcación, entonces no ha sido formada convicción alguna. Y si por el contrario ha sido formada alguna convicción, entonces ha habido ausencia de inculcación de la manera que esa pueda ser.

. Y que lo totalitario (sistema, régimen, organización, mentalidad, “razonamiento”… ) si alguna finalidad tiene ésta no es otra que la destrucción de una muy valiosísima cpacidad humana: la de formarnos, en primera persona, singular y plural, por sí y siendo distintos cada cual, convicciones; diríamos que convicciones de elaboración propia, sin ninguna poderosa externalidad que nos las imponga aún sea en nombre de algún bien presentado como supremo bien para todos.

Esas son las cartas que yo he podido recoger de encima del suave fieltro de nuestras jugadas, por el momento.

Pero aún tengo, para jugarlo con J, un último naipe solapado por un sustantivo de la cita que dice así: capacidad.

¿Qué hay detrás, inicialmente oculto o no perceptible mediante los sentidos, de toda capacidad? Capacidad es aquello cuya posibilidad es contener, potencialmente o actualmente. En la vertiente física de lo que podemos reconocer como, en parte, mundo, aquello cuya posibilidad es contener tiene medidas, es mensurable y puede caracterizarse por múltiples dimensiones que lo conforman para una infinidad de posibles contenidos de la más diversa variedad y distinción. En la vertiente  no ya meramente física sino que humana la nuestra. de capacidad, es la de abrirnos caminos propios en, por y entre la materia, la capacidad nos es inconmensurable (no sin razón se ha dicho oque somos la medida de todas las cosas). No sabemos, en principio, de que somos capaces (nos creemos que de mucho, pero no sabemos de que) con lo que nos atribuimos o nos queremos reconocer con un término con un significado mucho más abarcador que el de capacidad y a la vez necesariamente y sobre todo abierto por todas sus dimensiones referenciales (especialmente las inéditas), un término inclusivo de todas nuestras capacidades, Nuestra materia primera para la elaboración de nuestras capacidades la nombramos con la palabra libertad. Por tanto la contraeducación, la antieducación de todo totalitarismo aquello que nos destroza hasta hacerla trizas de muchas maneras es nuestra libertad, la personal y la colectiva, la humana. Detrás de toda capacidad queremos antes nuestra libertad. abierta y abarcadora sin cierre. Cierto es, quien la quiera.

Ahí, en la libertad, acecha toda inculcación, todo adoctrinamiento, tanto el que en nuestro juego hemos distinguido como posiblemente adoctrinar anodino como en el posiblemente mucho más sustancioso. Aquel recién nacido por virtud de su libertad, tal vez de manera muy consciente o sin demasiada necesidad de ello, pudiera no querer para nada ser del Barça, y sí ser hincha de cualquier otro equipo, no ser ni tan siquiera hincha de ninguno sino que ser un sereno gurmet del encanto y belleza del tal deporte, o bien totalmente indiferente y completamente indiferente a todo deporte. Y el recién nacido-bautizado podría tomar para sí, en su personal futuro, ninguna, la misma u otra religión y todo ello bajo su personal consideración y propia libre responsabilidad. En la medida de no ser todo ello posible para una persona, entonces la incidencia doctrinal habrá sido, seguramente, más o menos devastadora, de la libertad de aquella persona y por tanto de hacerse crecientemente capaz para la elaboración de convicciones hechas con lo suyo propio, con su propio subjetividad amalgamada personalmente, no substitutivamente, con lo no tan (o quizás nada) subjetivo.

………...

A lo que mi amigo y rival en el juego saca y tira la siguiente carta que tenía él también escondida:


¿No pensarás tal vez en tu fondo último que, o absoluta libertad o total adoctrinamiento? ¿Que una cosa lo mismo que la otra se excluyen mutua y necesariamente y que por lo tanto no pueden tener convivencia alguna en situación humana alguna? Porque de ser así deberás caer completamente rendido del lado del verbo adoctrinar, puesto que me temo que la absoluta libertad no nos puede ser más que una ilusoria o enfermiza quimera. Y siendo eso así, según la sospecha que por tu discurrir ahora me ha sobresaltado, entonces tus palabras en juego no hacen otra cosa que abundar en esa concepción que yo te opongo, esa que no puede más ni otra cosa que, para aprender (sobre todo a ser), adoctrinar. Y ello de una o de otra manera, abrupta, brutal o... finísimamente sutil que pudiera incluso parecer que el adoctrinado no fuera más ni otra cosa que artífice de su propia libertad, de sus capacidades y finalmente de sus convicciones. No pudiendo ser otra cosa en realidad que adoctrinado y sin posibilidad alguna de tener, de su condición adoctrinada y doctrinaria, consciencia alguna aunque, debido a esa su inconsciencia, estar absolutamente ilusionado en no ser carne de doctrina a pesar de todo y sentirse completamente libre en y por su serie de preciosos grilletes.


Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

BENEFICIOS (10)

BENEFICIOS (8)

BENEFICIOS (7)