ADOCTRINAR (XVII)
En
la jugada anterior asomamos la cabeza allí donde tan solo cada cual
puede no tan solo asomarse sino que, mucho mejor, adentrarse. Nadie
ni nada puede hacerlo sustituyéndome, aunque tantos otros factores,
humanos y no humanos, lo pretendan. Esa es la región de mi libertad,
donde yo la puedo originar; mejor, darle para mi, origen. Región que puedo, si así quiero,
franquearla y habitarla. Habitarla por, en y para mis propias elaboraciones.
Se
me ocurrió, en aquel momento del juego, la metáfora del obrador.
Ahí, adentro, donde podemos gestar, no como gesto aparente sino que como
proeza íntima, nuestras propias convicciones (y no solo esto). Ahí,
donde sentimos vergüenza ajena, en sentido estricto y cuasi
objetivo, cuando tan solo se nos brindan no más que gesticulaciones
y mimetismos que tanto notamos que no proceden ni pueden proceder de
una gestación propia de buena calidad, positivamente humana. Ámbito
éste íntimo nuestro donde por propia, y nunca ajena, calidez
acontece el deshielo de nuestros petrificados prejuicios y
adoctrinamientos inculcados, incrustados (incluso los más
ancestrales, los más glaciares) aún habiéndosenos presentado, no
sin algún tipo de forcejeo o aprieto (inculcación), con las mejores intenciones
del mundo.
Nos
situamos, gracias a nuestro juego, en un filo. Y desde ahí para
considerar hacia adentro es que sacamos nuestra cabeza. Más no es posible
hacer, pues el habitarla, construirla y cultivarla, a veces con
cierta rudeza por lo inhóspito y yermo del propio terreno personal... eso,
transitar, laborar y aposentarse transitoriamente una i otra vez dentro, es cosa de
cada cual... Ahí, en ese ámbito íntimo y personal de cada cual.
Ahí, donde lo posible y lo imposible se dan cita a hurtadillas
repartidas en instantes poco perceptibles cuando mucho. Ahí lo
posible y lo imposible se encuentran, tienen el encontronazo.
Imposible, que cualquier otro que yo (cosa o persona, idea o
instrucción o institución...) haga, ahí, por mi, en mi lugar, y sea que me
sustituya. Imposible que otro que yo así mismo lo sea. Ahora bien, también es justamente ahí donde se da la más alta
probabilidad de arraigo, crecimiento y proliferación de los
anhilantes abrojos de nuestros prejuicios y escleróticos
adoctrinamientos. Ahí es donde el adoctrinar puede germinar poderoso en
sentido destructivo. ¿O acaso no se ha visto nunca que lo mejor de
lo humano haya sido tergiversado en lo peor, en lo más horriblemente
destructivo de vidas humanas y de sus favorables condiciones, y ello
no pocas veces con muy “buenas” escusas, incluso excelsas? Acaso
sea en lo más preciado de cada cual, ahí en el obrador de los
criterios y de las convicciones donde los abrojos doctrinarios
incapacitan, anulan, para lo mejor. Es imposible en mi, otro
que sea y haga por mí, otro que sea yo en mí; pero es posible
, en ese mismo ámbito,
que lo mejor de mi y de mis posibilidades permanezcan, de por vida,
enajenadas o rebajadas a su más mínima expresión; exiguo yo bajo
los efectos de incontables reclamos que contienen promesas de,
comparado con lo posible nuestro, sucedáneos, baratijas, incluso de
muy alto precio, de lo mejor a y por nosotros tan interesadamenbte reclamadas desde lo ajeno.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada