ADOCTRINAR XXI
Voy
a monitorizar en pantalla, a base de palabras intencionalmente significativas (espero),
los naipes de ideas con que reanudar el juego, ahora frente a mi otro amigo P.
Recordemos. Él es quien parece percibir, y así dice, que todo, lo humano y lo
social, es y está bajo la categoría (de manera completamente eficiente, es decir, inculcada en nuestra realidad) de manipulación, es
decir, que manipulados. De
tal manera estamos.
Realidad y razón, para ello, creo que no le falta. Intentaré, de todas maneras, considerar hasta que punto alcanza, y de qué manera, tanta manipulación (se entiende que en sentido peyorativo, no meterioalmente constructivo).Todos manipulados me parece excesivo, pero bien podría ser que así fuese. Así que llevaré, para empezar el nuevo turno de jugadas, hasta el extremo las consideraciones de mi amigo adversario: Me diré que somos una especie manipuladora y por tanto manipulada. Intentaré comprender, abarcar así, el decir de las cartas con las que P juega y poder de esta manera darle juego. Esa será ahora mi posición en la mesa de juegos.
Realidad y razón, para ello, creo que no le falta. Intentaré, de todas maneras, considerar hasta que punto alcanza, y de qué manera, tanta manipulación (se entiende que en sentido peyorativo, no meterioalmente constructivo).Todos manipulados me parece excesivo, pero bien podría ser que así fuese. Así que llevaré, para empezar el nuevo turno de jugadas, hasta el extremo las consideraciones de mi amigo adversario: Me diré que somos una especie manipuladora y por tanto manipulada. Intentaré comprender, abarcar así, el decir de las cartas con las que P juega y poder de esta manera darle juego. Esa será ahora mi posición en la mesa de juegos.
Andamos,
en nuestro juego, tras la consecución de un objetivo. En general cada juego
tiene los suyos propios. Comúnmente, o en muchos casos, uno de
predominante, que visto desde cierta perspectiva resulta ser muy
pobre en cuanto precisamente a resultados generales se refiere. Un
participante gana. Al resto de jugadores les
corresponde lo contrario: perder. Lo único que ha sido común ha
sido el certamen y el hecho de competir (también se dice participar
como consuelo). Solo uno es el ganador, aún pudiendo ser muchos los
participantes en la habilidad o en el azar (a menudo una aleación de
ambos factores) puestos en juego.
De otra manera se ve desde cierta -también otra, necesariamente- perspectiva: La de la panorámica que ofrece a
consideración el bosque -o lo que sea- entero, antes que a la ramita en el ojo que jmpide la visión general. Perspectiva que
combina a la perfección, afortunadamente sin lograrla jamás, con la
toma en consideración, también, del árbol y aún de sus ramitas,
que sin esta alianza con lo más general por cada quien advertida y practicada, no
nos dejarían ver, árbol y ramitas, más allá de nuestras
particularísimas narices (fenómeno éste no poco frecuente entre
humanos, sin que hayan otros, que necesariamente serían no humanos,
que puedan decir, con referente, en idioma alguno como nosotros, la palabra nosotros...
que se sepa, por ahora, a ciencia cierta:).
En
nuestro juego cada participante debería poder ganar algo para sí y de sí y
algo, cada cual, para todos ocasionalmente al mismo tiempo (como si de ritmo, melodía y armonía se tratase). Supongo, ya dije, que la reunión
de ideas de lo que adoctrinar sea se acercaría, ese conjunto de
nuestros meditados decires, lo más posible y por el momento al
objetivo último de nuestro juego... que en lo real sería liberarnos
lo más posible de ser adoctrinados y por tanto de adoctrinar.
Nuestro
objetivo es un concepto a la manera de una panorámica amplia, con
su propia demarcación, que para ser concepto útil ha de poderse
distinguir de otros colindantes y otros no colindantes, sin el cierre de ninguno, en atención a la muy exuberante, variante y modificante en sí realidad.
Para
delimitarlo, respetuosamente, me valdré de esa categoría de palabras (pronombres
personales) con la que nos referimos a nuestras posiciones en tanto
que identificándonos o no con nuestro decir (podemos ser o no ser
sinceros, acordes o discordes con lo que damos a entender y decimos).
Vamos en cierto modo a deslindarlo de lo institucional y vamos a no
poderlo separar de nuestras posiciones personales como:
- Primera persona particular que oímos y decimos algo: yo.
- Segunda persona. Quienes, por el decir de otro/s, recibimos una diversidad bien distinta de comunicaciones (expresiones también); cuando somos, cada cual, quienes se nos dirige la palabra. Cuando somos para otro tú, pues.
- Tercera persona. De quien entre tu y yo decimos u oímos decir algo: él. Y todo ello sin olvidar la flexión plural en cada posición en la que en una u otra, e intercambiables, estamos todos.
Aquí, a lo largo de toto el juego, cuanto tratamos
de decir y escuchar ha de referirse a adoctrinar
(y no a otras comunicaciones, expresiones o
a, más vagamente todavía, algo)
Así
pues me queda, con la ayuda de tales palabras (yo, tu, él y
plurales) y el uso que les doy en este juego de sentir y pensar, que
quienes adoctrinamos o quienes se dejan adoctrinar somos nosotros (todos, según mi amigo P):
- Yo adoctrino o yo me dejo adoctrinar.
- Tú adoctrinas o también, te dejas adoctrinar.
- Él adoctrina, o es adoctrinado.
Adoctrino,
adoctrinas o adoctrina, ¿Qué?: “Convicciones”. Así, entre
comillas. Ya dije del uso que le doy. “Convicciones” en tanto que
para nada han sido tomadas en consideración propia por la primera
persona que, como cada cual es, yo soy. “Convicciones”
inculcadas, no propiamente elaboradas a partir de ser generadas o
libremente aceptadas, es decir no elaboradas con intervención propia de mi pensamiento,... no aceptadas libremente como medios para la finalidad que que cada cual
es (las doctrinas son ellas finalidad y tergiversan esa polaridad orientativa de mdios y fines, fines que somos nosotros).
A
esas “convicciones” las sitúo e identifico, siempre en el marco
de nuestro juego, en su sitio: Las instituciones estancas,
custodias de doctrinas. Instituciones tales bien sea que alberguen
creencias, o ideologías, o cuerpos de conocimientos incluso
científico, o tradiciones o... cualquier orden de saberes ya
cerrados o tomados como tal para inculcar motivaciones de muy diversa
índole, todas ellas, pero, impensadas, obstruidas y obstruyentes, cerradas al
pensamiento de uno, que así mismo determina por sí mismo cerrarse. Por ser impensadas son prácticamente resortes,
automatismos impulsivos e impulsores perfectamente manipulables y manipulantes;
reactivos presentes, no menos que inadvertidos, en nuestro cotidiano
quehacernos y quehacer: “Convicciones”. A éstas que presento
entrecomilladas por ahora me refiero. “Convicciones” si
fosilizadas pero poderosas con el tremendo peso, grave, que lastra e
inmoviliza nuestro desarrollo más específicamente humano siempre
por hacer y prioritario a nuestros productos y a nuestras
producciones materiales.
Así
que nada de por sí, por instituido que esté, adoctrina; sino que yo
o tú o él, o ellos o nosotros o vosotros, somos o podemos ser los
sujetos agentes y pacientes que adoctrinamos “convicciones” y por ellas
tremendamente sujetados los ánimos, amaniatados, imposibilitados los cuerpos para lo y el otro distinto y por tanto desconocido. Otro que también yace en cada cual, lo otro de mi que me es tan desconocido, pero poderosamente, y sin advertimiento previo, actuante.
Así
pues, como si de una cartografía se tratase, tenemos los siguientes
contornos topográficos en la panorámica de nuestro monitor, sobre el
que venimos poniendo en acto nuestro juego :
ADOCTRINAR:
No consiste primordialmente en una serie diversa de acciones, mucho menos de
actividades dinámica y creativamente humanas. Adoctrinar es un
amplísimo, capaz de no cesar en su amplitud y productivitat, abanico de reacciones. Un lecho pasivo lo acoge y mantiene. Mecánicos reflejos de nuestro decir, sentir, pensar y hacer (de nuestro ser empantanado).
REACCIONES: Sí, por ser impensadas presencialmente por mí en primera persona, por tí
en segunda, por él en tercera, por nosotros, por vosotros, por
ellos; o sin distingo alguno por una amplísima mayoría descolocada
en términos de sinceridad y honestidad consigo mismo. Reacciones no
de algo ajeno a mí allá en alguna que otra soberana o venerable
institución. Reacciones de nosotros acarreando incrementos excedentarios de
“convicciones” dispuestas a la manipulación.
“CONVICCIONES”:
Ésas inculcadas en uno sin permiso propio ni atención ajena
alguna. Custodiadas y contagiadas en y por instituciones.
INSTITUCIONES: Ésas que estancas desprenden insalubridad y custodian la herrumbre de una diversidad de saberes que ni tan siquiera en su tiempo alentaban aperturas para y en el ser humano.
Así
que si en las anteriores jugadas barajé para el verbo de las
reacciones poco o nada conscientes... es decir que baraje, para captar algo de adoctrinar, el
término inculcar,
ahora barajaré para las fraudulentas “convicciones” el
de la maquinaria en la que al decir de P (llevado por mi al extremo)
somos piezas y engranajes a las órdenes o según toda una pragmática
manipulaante (básicamente tergiversación de la información, creo
que ya pulula por ahí un neologismo: post-verdad; que a mí, para
mis adentros, prefiero el propio de neo-embuste).
Así
que tengo que, "inculcar"
es a "adoctrinar" así
como “convicción-entrecomillada" (y “con-vencer”) es a "manipular".
Y
entiendo que manipular
e inculcar son dos
caras del mismo naipe comodín para nuestra búsqueda de adoctrinar.
Inculcar tiene su más destacada
área de acción, como una especie de caballo de Troya (más bien
virus informático), en nuestro interior. En cambio manipular actúa poderoso
desde fuera, aunque sus radiaciones no tienen lugar preferido, sus
focos pueden actuar indistintamente fuera o dentro de cada cual. Instituciones puede haberlas que inculcan desde fuera, pero su onda
expansiva, la metralla de inculcaciones, acaba ejerciendo dentro. Contrariamente hay quienes
manipulan en lo más íntimo con poca o ninguna evidencia externa...
hasta que el horror, silencioso o estruendoso poco o muy publicado,
acaece en alguna humana, horrible o terrible, desgracia.
Quedan
sobre la mesa, nuestro monitor, las cartas a jugar a partir de ahora.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada