ADOCTRINAR (VII)
Venimos
reconociendo, a menos que no seamos capaces de percibir tan siquiera
un poco de lo existente, todo un .ámbito. Un ámbito que es el de nuestra actualidad. Un terreno
escaso de convicciones a la vez que prominente y abundante en inculcaciones
(palabras, frases, onomatopeyas, exclamaciones, parrafadas,
verborreas, vítores, emociones hinchadas y mediáticamente asistidas...) que no pueden recibir para
nada el reflejo de un pensamiento propio, lo más libre -y sencillo,
que no simple- posible de prejuicios heredados y adquiridos. También hemos
acercado a nuestra mesa de juego el flexo de una lámpara cuya luz
nos a incitado a preguntarnos, dado el terreno que pisamos, sobre qué
totalitarismo nos está, ahora mismo, deslumbrando (parece que somos
algo avispados en reconocer totalitarismos históricos o ajenos pero aquél que
pueda darnos en las narices a ese ni lo olemos). Yo no puedo reconocer otro
que el Financiero al Uso Actual o también, tal vez dicho de manera más justa, el (mal) uso que de él se hace.
De
manera que imaginamos no ya estar en una versión algo amañada de la
famosa imagen -por mí no poco alterada- de la Cueva de Platón sino que hicimos el esfuerzo
imaginativo de vernos en nuestra propia cueva, esa tan espléndida en
la que atiborramos y derrochamos consumo por no pocos medios a tal
fin atractivamente predestinados.
Y
dije que proseguiríamos nuestra partida. Que ahora le tocaba el
turno a jugarla con mi amigo J. El cual, destilando en esencia sus
críticas, bien podría decir así: Dime algo que no sea doctrina y
que no se nos haya inculcado mediante adoctrinamiento, siendo el
mismo adoctrinamiento ya la más mínima inculcación ¿Acaso
estamos en condiciones de discriminar y elegir, caso que tal acto
existiera, al nacer juntando incluso algunos años posteriores sino durante toda la vida?¿Es que acaso crees -sigue interrogando mi amigo- en algo así como en las ciencias o saberes, sociales, humanas o naturales, infusos?
Esas
son las interrogantes cartas de mi amigo J. Habrá que jugarlas con la valentía de
quien ha aprendido a, y sabe, perder, por si tal, perder, acontece y
me alcanza.
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