ADOCTRINAR XXXVIII






A pesar de la impresión de P, la partida no está decidida. Nuestro tablero, nuestro marco mental es el de las posibilidades.





¿Posible en la realidad una total aunque nunca completa manipulación? Por mor de nuestro marco de juego, decididamente sí. Total, en cuanto a su alcance. ¿Quien no está, por sí, por otro o institucionalmente manipulado? ¿Completa? Referido a nuestra propia, ajena o social capacidad para ser manipulados y a su vez manipular, no, completa no; no parece haber ahí límite alguno,no puede haber en ello completud alguna posible. Sí, por tanto, puede haber incesante, creciente, y poco perceptible, nivel de manipulación. Nuestra capacidad para ser manipulados o manipular se dilata con la práctica de la manipulación, ¿Es posible que cierto y creciente nivel de manipulación o su extensión particular a cada cual ni tan siquiera exista? Es posible pero también es posible que aquello, nivel o extensión de manipulación, sea, y del todo generalizada. Este ilimitado e indeterminado ámbito que refiere la posibilidad a la manipulación es también el abierto ámbito de la libertad en cada quien, donde la determinación de cada cual tiene, por quererlo únicamente por sí mismo y decididamente, su creativa efectividad o, si indeterminación, también querida, entonces contrariamente, su limitación o incluso su cuasi nulidad en el crecimiento y desarrollo de las capacidades posibles (potencialidades personales de cada cual). Así que cada quien pueda, de quererlo, determinarse y decidirse en un sentido u otro. Tal querer, si positiva y generalmente creativo (generador, regenerador… ), representa ser un continente, también creciente, capaz de incremento para toda convicción propia.





No es concluida la partida pues nada asiento en la realidad ya acontecida. E igualmente por acontecer nos queda no se sabe cuanta y cuales manipulaciones que podrán ser. Y aun por acontecer nos queda que la manipulación sea tan mínima como, a efectos bien patentes, insignificante. Estamos ahora en este ápice del juego barajando posibilidades.





P considera ya llegado el final de la partida por no atender suficientemente lo subrayado en esta carta de la anterior mano: [La sociedad, entonces, como un amasijo, un embrollo, un torbellino] cuya única diferenciación, posible es por el, y de él, pensamiento, y no puede ser otra que la del reconocimiento de una confusión, de una fusión complicada: la de que el fin que cada cual es, eso no somos; acontecemos, en sociedad, predominantemente cosa, útiles al fin que no debería ser más ni otra cosa que medio, el económico a su fin, humano sin excepción, destinado y aun por nosotros mismos predestinado.





Una cosa es apropiarse de las convicciones que por ahí, dentro o fuera de mí, pululan y otra bien distinta es la de tener convicciones propias. El medio del que nos valemos para formar propias, las convicciones, es el pensamiento, el de cada cual. Capaz de desarrollo a causa de ser atendido, cuidado y ejercitado. El de cada cual, sin mediar comparación alguna con algún otro congénere; que es, la comparación, una manera de hacernos medio, de perdernos, de perder nuestro ser fin. Medio y fin al unísono (como las dos varillas de un diapasón, que es medio y fin o referencia de sonidos elaborados a la atención del oyente) es ese pensamiento particular, el ejercido y ejercitado por cada cual. Ese pensar que cabe ser orientado, por mi resuelta determinación, al fin de nuestras capacidades (potencialidades, posibilidades). Aquí la concreta de la correspondiente a la formación de convicciones. Capacidad esa nuestra que a la vez también nos es medio, al servicio de suscitar (no inculcar, no manipular) otras capacitaciones al lado de – y junto al - otro, pero sin dejar jamás de ser, ambos, fin cada cual en sí mismo. Sin dejar jamás de ser respecto (y con respeto) al sentir y al querer de (la) libertad. Es decir, de no querer vulnerarla. Ese no querer es otro continente, en estrecha sintonía con el anteriormente mencionado, de toda convicción.





Aquel determinado o no determinado querer y esa no vulneración, más que continentes nos son como células madre capaces de generar, con la intervención de nuestro personal pensar, si honesto, convicciones en tanto que medios a la atención humana siempre, ésta, generándose a su vez.





Se confunde, en el amasijo detectado en nuestro juego, a las convicciones que siendo medios, no pocas veces las interponemos como siendo “realmente” fines en sí mismas. Éstas hechas por nosotros fines son “convicciones” impostoras. Dejan de percibir las concreciones, las voluntades, las sensibilidades y las posibilidades de los restantes humanos, próximos o lejanos, no menos, ni más, humanos que yo. A esas convicciones de carácter restrictivo y astringente de humanas posibilidades en sus diversidades ya anteriormente, en nuestro juego, les pusimos comillas. Así: “Convicciones” . Ya las teníamos registradas con estas marcas en su nombre sustantivo.






https://youtu.be/ZwemY70CAdk

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