ADOCTRINAR XXIV







Desplegamos ahora más completamente nuestro tablero de juego, pues vamos teniendo, poco a poco, más con que completarlo. No sólo más sino que también disponemos de mejor y mayor claridad en nuestras jornadas para una mejor consideración de conjunto. En él podemos contemplar dos regiones, que reconocemos como tales gracias a una delimitación central, sin que podamos distinguir sus lejanos contornos; por lo que hemos de admitir que ambas regiones han de caracterizarse por lo abiertas que deben ser. Advertimos que un ámbito es la interioridad y el otro la exterioridad. Entre ambos, en uno y en otro, es donde jugamos nuestro concepto, cuyo término vamos repitiendo, ahora ya con los caracteres numerales romanos de XXIV.





En estas dos zonas se inscriben nuestras palabras nucleares: Inculcar y manipular. Las dos en el marco, inalcanzables sus contornos, de adoctrinar. Del cual tenemos sobrada experiencia por tanta inculcación y manipulación de las que somos capaces de admitir, con la consecuente destrucción de nuestra valiosa capacidad de formanos convicciones de primera mano y propio cuño. Hemos escuchado, al poner buen oído en el juego, donde se genera y de donde procede tal devastación: En y de algún régimen totalitario. De esos que tienen profundamente confundidos los términos. Tanto que tienen del todo impedidas las capacidades de creación y desarrollo, de relaciones humanas, sociales, personales o institucionales incluso. Sí, allí donde reina la confusión vivencial de estos términos: unión y unidad. Allí donde se confunde unión y unidad. Donde unidad es arrasamiento de toda significativa diferencia y distinción, y siendo unión un apretado cierre, un agregado humano movible tan solo por obligación o permiso, nunca o escasamente por iniciativa propia. Por esa impositiva confusión que impide radicalmente la creación y desarrollo de relaciones propiamente dichas, relaciones en libertad y no un comulgar con ruedas de carretas, ni con cualquier otra exagerada o nimia, pero en todo caso cerrada, redondez.





El albergue propicio para la inculcación es nuestra interioridad, lo más vulnerable y delicado de nuestra interioridad. Allí donde nos generamos y si se da el caso nos podemos regenerar. Ahí, como un artefacto de racimo se van detonando a lo largo de la vida particular de cada quien, si uno mismo y tan solo uno mismo no lo remedia, cuantas desconsideradas imposiciones, de las cuales hayamos sido objeto (sido tratado como mera cosa, solo objeto al servicio de y utilizado por). Con tan devastadores efectos que tan solo adoctrinadas escusas (vacías racionalizaciones, que no razones) pueden hacer valer como válidos. Siempre se nos habrán sido coladas en el nombre de algún tipo de bien más o menos incomprensible.





La manipulación tiene sus preparativos mediatos y minuciosos en la exterioridad nuestra. Si la inculcación devasta en el fin que cada cual es, la manipulación se hace fuerte, extensa y común para muchos, haciendo por agrupar a los más posibles con predeterminadas etiquetas. La inculcación resulta ser intensiva y particular . La manipulación, extensiva y general. La inculcación dispone y la manipulación "propone" sin alternativa posible, es decir (se) impone, comunmente por medios más bien sutiles cuando no brutales.. La inculcación se da más bien en las proximidades o cercanías personales, en alguna especie del tu a tu, es algo más inmediato. También puede darse así la manipulación, pero la más efectiva es aquella gestionada al por mayor destinada a la masificación para fulminar lo distintivo personal, social o humano para en cada caso formar agrupamientos según intereses de escasa o nula consideración a la dignidad personal. La inculcación puede ser función de la manipulación, personalizándola a cada quien. Tal vez la manipulación sea más fácil de detectar que la inculcación, ésta puede tener adquirida mayor carta de naturaleza y colar con cualidades supuestamente beneficiosas. Las inculcaciones se gestan dentro, las manipulaciones se maquinan fuera con recursos humanos al alcance. La manipulación instrumentaliza al humano sin otra consideración que la de ser un útil con no otra voluntad que la adjudicada o permitida. La manipulación es la apropiación indebida de unos por otros.





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