ADOCTRINAR XXX






Dejamos la partida anterior con la inquietud de hallar una totalidad. Una totalidad suficiente. No necesariamente necesaria. Abierta. Que acoja. Que disponga de un máximo de receptividad y no abarque, apretando-inculcando, con un cierre, ni con ningún tipo de cubierta. Que suene en ella las tonalidades de cuanto venimos jugando y de lo que nos quede por jugar. Una especie de recinto con buena acústica. Absolutamente lejos de ser amurallado. De ninguna manera cerrado, pues. En ella han de jugar nuestros conceptos de Adoctrinar, por no decir ya inculcar, el de Convicción y el que ahora nos ocupa traído de la mano y la voz de mi amigo P. : Manipular. Traído aquí sin vacilación pero con suma cautela. Con el cuidado de colocar silencios con palabras entre palabras lo mejor que nos sea posible. Aireadas, esas, con ese hálito que llamamos Pensamiento, el propio, el particular, el de cada cual (eso tan valioso y tan enormemente menospreciado). Se trata, en el fondo, de formarnos… convicciones





¿A qué nos referimos aquí cuando decimos manipulación? A una tergiversación efectuada en esa totalidad: la de medios y fines. Esa es la tergiversación, la que consiste en invertir en esa totalidad su polaridad. Otorgando a los medios dignidad de fines y a los fines, que somos cada uno de nosotros confiriéndonos la indignidad de meros medios utilizables y finalmente, o según conveniencia ajena o propia aunque alienada, desechables. Ahí tenemos en lo que consiste la Manipulación.





¿Quién manipula? Nos, que tanto a los medios otorgamos, no en su necesidad que sí que nos son útiles y necesarios, sino que en su valor, que de ninguna manera tienen el de nuestra dignidad, no merecida sino que porque sí tenida (mejor, sida, porque sí), o, de lo contrario (posible, y notorio, también), perdida.





Ahí tenemos la silueta de lo que andamos buscando. La que delimita esta totalidad. Límite poroso y aireado más bien sonoro que no visual más allá del cual nada jugamos en esta serie de partidas. Límite abierto, como mucho con puertas solo entonadas. Recinto sonoro, si atendido. Contorno acústico donde escuchar. Dotado de contenido solo en la medida de la creatividad, de la creatividad de convicciones. Dentro, eso que contiene, medios y fines.





Nosotros los fines, que podemos adentrarnos y fuera, extra-nosotros, todo lo demás, lo producido por nosotros, con lo que nos damos o podemos darnos expresión, hacer y deshacer; también, pero, humillarnos tal como si ahí hubiera y fuéramos, en lo producido por nosotros, todo fin y finalidad de nosotros y cada cual de nosotros, de hecho, tan solo mero utensilio despreciable y después del uso, ya deshecho, desechable. Ahí, y de por vida, está en juego nuestra determinación. La que nadie puede tomar y llevar a cabo de manera sustitutoria.





Hay historia, personajes insignes y desarrollos filosóficos de esta sensibilidad, aunque tal vez siempre ha habido el testigo íntimo y personal del dolor y sufrimiento, callado, propio que el darnos trato de utensilio y objeto de usar y tirar nos haya infligido.





Tenemos ya dispuesto nuestro próximo lance en el juego.





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