ADOCTRINAR XXXI









Inicia jugada mi amigo P:





Considera no ya la manipulación sino mejor su efectivo y potente poder, que puede empezar precisamente por ni tan siquiera ser notado de buenas a primeras. Tiene, si me permites exagerar un poco, su propia endorfina social, la manipulación. Más de mil calmantes, muchos más aunque todos solamente paliativos, nos asisten en este mal estar por decirlo de manera no poco eufemística. El dolor éste, el sufrido por manipulación, puede padecer de sordera profunda. Puede no enterarse uno de manera clara y distinta de ser un manipulado. Sí, algo notamos pero de forma, y sobretodo de fondo, difusa/o.





¿Puede uno manipularse a sí mismo? Sí, claro. El clásico autoengaño, ése de toda la vida, de antaño y de ahora mismo; parece ser que el de siempre. Aunque para el caso de mejora tenemos un ayudante personal e íntimo: sentirse mal sin previo acompañamiento orgánico alguno. Pero claro puede uno sentirse mal por tantas cosas que no sabe, ese mismo, a ciencia cierta a que atribuir tanto mal sentir. Y a menudo en este estado difuso es cogido el atajo: ¿Por qué no autosugestionarse para bien con lo primero que me pase por la cabeza pillado al vuelo? Y zas! Ahí tenemos la bandeja, normalmente con productos de elaboración propia, bien surtida de autoengaños que nos sientan de maravilla. Puede que la materia prima, muy probable, la adquiramos, a buen precio, en ese supermercado llamado sociedad. Puede también, pero, existir un buen repertorio personal al respecto.





Podemos, apreciado contrincante, figurarnos, para la manipulación unos tramos de escalera. Ya he aludido al primer tramo. Yo, reconozco, no he encontrado la manera de saber el peldaño donde estoy. La escalera es mecánica y se mueve sola. Con lo cual quedarse quieto es lo mejor, aunque claro, para ser manipulado. El primer tramo es empezar por uno mismo y ahí ya estamos, según lo dicho por mí, bien servidos, por no decir adoctrinados.





La rapidez mental y unidireccional, los agobios de procedencia más bien externa, al menos en su materialidad, la espectacularidad con que todo ha de ser revestido, esa alergia de enormes sarpullidos según se teme al pensar, el muy purísimo actuar sin parar (en al menos dos sentidos de la palabra actuar), lo “a mi nadie me ha de enseñar nada”… en fin, ya ves, Joan, la pila de cartas que tengo aquí apiladas y que no terminaría de tirar si las fuera enumerando una a una. Todo esto que acabo de decir y todas estas cartas, aquí a mi derecha sobre nuestro cristalino tablero reversible, nos vendrían como miel sobre hojuelas para la elaboración del enlosetado de este nuestro primer tramo en la manipulación, que podemos bautizar con el nombre sustantivo Autoengaño. Término ése ya poco frecuente dado el grado de listeza y superación personal imperante por doquier. No es poco frecuente ni poco abundante que tal tramo se lo salte uno dada nuestra supremacía al uso y en curso. Y al tiempo está ese gran surtido de técnicas, de preferencia las orientales, alternativas de todo tipo… que nos habrán de mejorar no poco en cuasi todo. Tampoco está nada bien visto, actualmente, eso de reconocerse por ver si algo no nos anda bien dado los síntomas poco o nada satisfactorios experimentados, siempre hay que tener al alcance algo, no importa qué, que nos justifique. Y vaya si lo encontramos y con reboce, personalizado en primera persona, de escusa, de mal pagador,.





Así que eso, lo dicho, la vía más socorrida para eso tan poco común llamado autoengaño, es algún tipo de autosugestión hallada o servida, de mil maneras, muchas más.





A pesar que la luz primaveral se alarga nos alcanzan estiradas las primeras sombras del atardecer. P tiene varios tramos, supongo, con que desplegar su escalera peldaño a peldaño. Lo que dejamos para la próxima jornada.





[youtube https://www.youtube.com/watch?v=Xb_UJromIp0&w=480&h=360]


Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

BENEFICIOS (7)

ADOCTRINAR XXIX

BENEFICIOS (10)